Irán Enfrenta una Grave Crisis Energética en Pleno Invierno


 A pesar de ser uno de los mayores productores de gas natural y petróleo, Irán atraviesa una crisis energética sin precedentes. Apagones, falta de gas y parálisis industrial han sumido al país en un estado de emergencia que afecta tanto a los hogares como a la economía nacional.

En Teherán, los semáforos apagados causan caos vehicular, las clases virtuales son interrumpidas por una conexión inestable, y los hogares enfrentan el frío sin calefacción adecuada. Este colapso energético, atribuido a sanciones, mala gestión, infraestructura obsoleta y tensiones geopolíticas, ha obligado al gobierno a priorizar el suministro de gas en los hogares a costa de apagar plantas eléctricas, generando pérdidas económicas multimillonarias.

El presidente Masoud Pezeshkian reconoció los desequilibrios en recursos clave como gas y electricidad, declarando que la situación está al borde de convertirse en una crisis mayor. Mientras tanto, el déficit de 350 millones de metros cúbicos diarios de gas ha paralizado industrias en provincias como Isfahan, donde la producción ha caído hasta un 50%.

En el ámbito internacional, tensiones con Israel y sanciones renovadas por la política de “máxima presión” de Estados Unidos han exacerbado la situación, llevando al rial a mínimos históricos. Además, la destrucción de dos gasoductos clave por parte de Israel en febrero ha obligado a Irán a depender de reservas de emergencia agotadas.

Las repercusiones de los apagones se sienten en todos los niveles: desde clases canceladas hasta interrupciones en tratamientos médicos y fábricas que enfrentan despidos. Aunque el gobierno ha lanzado campañas para reducir el consumo, estas medidas no han sido suficientes para aliviar la crisis.

Sin soluciones claras a la vista, Irán enfrenta un invierno de incertidumbre, con un sistema energético que no logra satisfacer las demandas de su población y economía.

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