El real brasileño se desplomó el miércoles a un mínimo histórico, cotizándose a más de 6,25 unidades por dólar, lo que representa una caída acumulada del 22% en lo que va del año. Este deterioro coincide con un descenso del 2% en el índice bursátil Bovespa, que alcanzó su nivel más bajo en seis meses.
Los mercados financieros han reaccionado con preocupación ante los planes de gasto del gobierno y el amplio déficit presupuestario, que ahora asciende al 9,5% del PIB, casi duplicando el 4,6% registrado al inicio del mandato del presidente Luiz Inácio Lula da Silva en enero de 2023.
Incertidumbre en torno a las reformas fiscales
Los inversores dudan de la capacidad del Congreso para aprobar las medidas fiscales necesarias para estabilizar las finanzas públicas. Aunque se avanzó en la aprobación preliminar de un proyecto de ley, aún quedan enmiendas por votar. El ministro de Finanzas, Fernando Haddad, ha señalado que el gobierno está trabajando para convencer a los legisladores y reforzar el marco fiscal.
Impacto en las empresas brasileñas
La crisis monetaria ha afectado severamente a empresas con deudas en dólares, especialmente en sectores como transporte, consumo, inmobiliario y minorista. Compañías como Azul SA y Gol Linhas Aéreas enfrentan mayores costos operativos debido al debilitamiento del real, lo que incrementa el riesgo de reestructuraciones.
Por otro lado, empresas exportadoras como Suzano SA, Vale SA y Minerva SA podrían beneficiarse de la devaluación, dado que generan más ingresos en dólares que gastos.
Intervenciones del Banco Central y perspectivas económicas
El Banco Central de Brasil ha intensificado sus intervenciones para frenar la caída de la moneda y ha elevado las tasas de interés al 12,25%, con planes de nuevos incrementos. Sin embargo, estas medidas son vistas como temporales.
Según analistas, el real podría continuar su depreciación hasta alcanzar entre 6,70 y 7 reales por dólar si no se toman medidas fiscales contundentes. Esto también podría elevar el apalancamiento promedio de las empresas más sensibles a niveles insostenibles.
La situación refleja la fragilidad económica de Brasil y la urgencia de implementar reformas que restauren la confianza en los mercados financieros.
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