El Ministerio de Exteriores de Rusia anunció la retirada de parte de su personal diplomático en Siria, días después del derrocamiento del régimen de Bashar al Assad. Un avión militar ruso transportó a Moscú a diplomáticos de Rusia, Bielorrusia y Corea del Norte desde la base aérea de Hmeimim, en Latakia, marcando el inicio de una reorganización estratégica en la región.
A pesar de este movimiento, la Embajada rusa en Damasco continuará operando. Según el viceministro de Exteriores, Mijaíl Bogdánov, Rusia ha establecido contacto con el grupo insurgente Hayat Tahrir al Sham (HTS), ahora al mando en Damasco, para garantizar la seguridad del personal diplomático y de los ciudadanos rusos que permanecen en el país.
Imágenes satelitales recientes de Maxar Technologies mostraron el desmantelamiento y traslado de equipos clave en Hmeimim, como helicópteros de ataque Ka-52 y sistemas de defensa antiaérea S-400. La base, utilizada por Rusia desde 2015 como punto estratégico en Oriente Medio, enfrenta un futuro incierto tras el colapso del régimen de Al Assad.
El desplome del control familiar sobre Siria, tras más de 50 años, ha dejado a Rusia en una posición delicada. Aunque Moscú mantiene contactos con los insurgentes, su retiro de pequeñas bases en Manbij y Kobane y el desplazamiento de buques de la costa de Tartus apuntan a un posible repliegue.
Expertos como Anton Mardasov del Instituto de Oriente Medio destacan que la retirada rusa, aunque confirmada, podría ser parcial y prolongarse debido al alto volumen de activos desplegados. El futuro de su presencia en Siria dependerá de las negociaciones con las nuevas autoridades y de la viabilidad estratégica de sus bases restantes en Tartus y Hmeimim.
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