En las últimas 24 horas, Pakistán ha sido escenario de una jornada trágica con al menos 66 personas muertas debido a varios ataques insurgentes, especialmente en la conflictiva provincia de Baluchistán. La violencia en esta región, que ha aumentado en los últimos años, se intensificó con una serie de enfrentamientos entre insurgentes y fuerzas de seguridad.
El primer incidente ocurrió en la noche del domingo, cuando un grupo armado bloqueó una carretera en Baluchistán, asesinando a 22 personas. Ningún grupo ha reivindicado el ataque, aunque tiene similitudes con acciones previas en la misma provincia. En respuesta, el Ejército paquistaní informó haber matado a 21 terroristas, aunque también perdió a 10 soldados en los enfrentamientos.
El Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA), el principal grupo separatista de la región, se atribuyó un asalto a una instalación militar y la voladura de un puente ferroviario, lo que interrumpió los servicios de tren en la zona. Estos ataques coinciden con el 18 aniversario de la muerte de un líder baluchi en una operación militar.
En paralelo, en la provincia norteña de Khyber Pakhtunkhwa, una explosión en un mercado dejó tres muertos y 18 heridos, en una nueva muestra de la creciente violencia en las regiones fronterizas con Afganistán.
Islamabad responsabiliza a los talibanes afganos de dar refugio a grupos insurgentes que operan en Pakistán, agravando la situación de seguridad en el país.
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