Un operador de drones israelí relata su experiencia en los frentes de Gaza, Líbano e Irán: “Todos estamos cansados, pero no podemos parar”


 Tel Aviv.– A las tres de la tarde, el mayor A., operador de drones de combate de 34 años y reservista de la Fuerza Aérea israelí, termina su jornada frente a los controles. Desde el 7 de octubre de 2023, cuando el grupo Hamas lanzó su ataque contra Israel, no ha abandonado el servicio activo. Desde su cabina ha participado en operaciones en Gaza, el sur del Líbano y más recientemente en la Operación León Naciente contra Irán.

Veterano en el manejo de vehículos aéreos no tripulados durante 15 años, considera que esta tecnología es “el futuro de la guerra”. Reconoce que ese 7 de octubre marcó un punto de inflexión: “No fui llamado. Simplemente me presenté durante el día. Tomé la iniciativa”, relató en entrevista con Infobae.

El oficial, que pidió ser identificado solo con su inicial por razones de seguridad, explicó las diferencias de operar en cada frente. En Gaza, asegura que el desafío radica en que Hamas se oculta entre la población civil, dificultando cada ataque: “Tienes que ser muy preciso. Cada operación es evaluada legalmente y con estimaciones de daño colateral”.

Según datos del Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamas, más de 56.000 personas han muerto en la Franja durante la ofensiva israelí, la mayoría civiles. Israel afirma que su ejército evita deliberadamente las bajas civiles y que muchos ataques se han cancelado por esa razón. “Nos aferramos a nuestra brújula moral. Esa es nuestra diferencia con los terroristas”, señaló el mayor A.

En el frente libanés, donde combate a Hezbollah, las condiciones cambian. Aunque también se trata de una organización armada, describe un escenario “más abierto”, aunque igualmente complejo. Sin embargo, su operación más exigente fue contra Irán.

La Operación León Naciente, iniciada tras obtener evidencia de que Teherán aceleraba el desarrollo de misiles y enriquecía uranio, supuso un reto distinto. “Fue enfrentar a un ejército estatal como el IRGC”, explicó. La misión incluyó un ataque a 1.500 kilómetros de distancia que alcanzó instalaciones nucleares y de misiles, dejando al menos 935 muertos en Irán, según cifras de ese país. Israel reportó 28 víctimas por los contraataques iraníes.

Durante la operación, el mayor A. combinaba las misiones con breves regresos a casa: “Dormía unas horas y me refugiaba dos veces al día como cualquier civil israelí”. La presión emocional, admite, es constante. “Todos estamos cansados. Han sido dos años muy agotadores”.

A pesar del desgaste, dice tener claro su compromiso: “Mientras haya rehenes, tengo la obligación moral de seguir aquí cada día. No se trata solo de una misión militar, sino de una causa humana”. El conflicto continúa y, para el mayor A., la guerra aún no ha terminado.

 

 

 

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