El precio del oro ha alcanzado un nuevo hito al superar por primera vez en la historia los USD 3.000 por onza, registrando un máximo de USD 3.001,20. Este repunte se da en un contexto de creciente incertidumbre económica global, tensiones comerciales y decisiones políticas que han afectado la confianza de los inversores.
El ascenso del oro responde a diversos factores, entre ellos la compra masiva por parte de bancos centrales, que han incrementado sus reservas para mitigar riesgos asociados a la volatilidad del dólar y las sanciones económicas. Asimismo, la inflación global y las políticas proteccionistas han llevado a los inversionistas a buscar activos refugio, consolidando al oro como una opción segura frente a la inestabilidad de los mercados bursátiles.
La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y otras potencias ha sido otro elemento determinante en el comportamiento de los mercados. La incertidumbre generada por posibles nuevos aranceles y sanciones ha impulsado la demanda de oro, reflejándose en compras significativas por parte de países como China, Polonia, India y Turquía.
A pesar del récord alcanzado, analistas advierten que este máximo es nominal, ya que ajustado por inflación el oro aún no supera el valor real que tuvo en 1980. No obstante, el metal precioso mantiene su papel como resguardo de valor a largo plazo, reafirmando su relevancia en tiempos de incertidumbre.
Los mercados globales han reaccionado con volatilidad a esta subida del oro, mientras los inversionistas permanecen atentos a las decisiones de los bancos centrales y a la evolución de las tensiones comerciales. En este panorama, el oro sigue consolidándose como un activo clave en la estrategia de preservación de riqueza y estabilidad financiera.
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