Copenhague, Dinamarca – Groenlandia tiene la posibilidad de convertirse en un estado independiente si así lo decide su población, pero no se integrará como territorio de Estados Unidos, aseguró el ministro danés de Relaciones Exteriores, Lars Lokke Rasmussen, en respuesta a recientes declaraciones del expresidente Donald Trump.
La controversia surgió luego de que Trump sugiriera que no descartaría medidas económicas o militares para tomar el control de la isla, generando reacciones tanto en Groenlandia como en Dinamarca.
Una isla con autonomía e historia
Groenlandia, la isla más grande del mundo, ha formado parte de Dinamarca durante 600 años y cuenta con una población de 57,000 habitantes que administran sus asuntos internos. No obstante, el gobierno liderado por el primer ministro Mute Egede tiene aspiraciones claras hacia la independencia.
“Si Groenlandia decide independizarse, será una decisión legítima. Sin embargo, es improbable que aspire a convertirse en un estado federal de Estados Unidos”, declaró Lokke Rasmussen.
Preocupaciones geopolíticas en el Ártico
El ministro danés reconoció las preocupaciones de Estados Unidos en el Ártico, especialmente debido al aumento de la actividad rusa y china en la región. Además, destacó el impacto del deshielo en la apertura de nuevas rutas marítimas, lo que ha intensificado la competencia entre las grandes potencias.
“No estamos en una crisis de política exterior”, señaló Lokke Rasmussen, enfatizando la disposición de Dinamarca a dialogar con Estados Unidos y la OTAN para garantizar la estabilidad en la región.
Impacto en las relaciones internacionales
Las declaraciones de Trump, quien calificó el control de Groenlandia como una “necesidad absoluta” para la seguridad nacional, generaron sorpresa y preocupación en Copenhague y en otras capitales europeas. Sin embargo, el ministro danés pidió calma: “No necesariamente tienes que decir en voz alta todo lo que piensas. Es importante trabajar con base en las realidades”, concluyó.
La situación ha puesto en el foco internacional el destino de Groenlandia, un territorio estratégico que despierta tanto ambiciones políticas como preocupaciones sobre su futuro geopolítico y ambiental.
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