Las autoridades aduaneras pusieron el foco sobre 13 toneladas del producto proveniente de Xinjiang, región en la que Beijing ha estado sometiendo a la minoría musulmana uigur a un proceso de "reeducación" y que el gobierno de Donald Trump ha concluido representa una violación a los derechos humanos
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) ha confiscado unas 13 toneladas de productos confeccionados con cabello humano provenientes de Xinjiang, en el oeste de China, ya que existen sospechas de que el pelo haya sido obtenido en forma forzada en los campos de concentración montados por Beijing para asimilar a la población musulmana uigur en esta región, según reportó este jueves el portal de noticias Axios.
El valor total de la carga, que incluye pelucas y otros productos, asciende a unos 800.000 dólares, de acuerdo al informe exclusivo publicado por los periodistas Bethany Allen-Ebrahimian y Jonathan Swan.
“La producción de estos bienes constituye una muy seria violación a los derechos humanos, y la orden de detención tiene la intención de enviar una señal clara y un mensaje directo a todas las entidades que buscan hacer negocios con los Estados Unidos: las prácticas ilícitas e inhumanas no serán toleradas en la cadena de suministros de Estados Unidos”, expresó Benda Smith, comisionada ejecutiva asistente en la oficina de comercio de la CBP.
La CBP emitió el 17 de junio una orden para confiscar cualquier cargamento de la compañía china Lop County Meixin Hair Product Co. Ltd. que llegue a puertos estadounidenses desde Xinjiang, bajo la sospecha de que el cabello importado fue obtenido mediante trabajo forzado en los campos de concentración, llamados “centros de reeducación” o “centros de formación profesional” por Beijing, para alojar a los miembros de la minoría musulmana uigur en esta región.
El primer cargamento fue subsecuentemente confiscado en el puerto de Nueva York/Newark y a la compañía china se le ha dado una oportunidad para presentar pruebas que demuestran que los productos no fueron obtenidos mediante trabajos forzados.
El gobierno chino se encuentra bajo la lupa de la comunidad internacional por el tratamiento de los uigures en Xinjiang, que están siendo ingresados en masa en estos “centros de reeducación”, y sometidos a una sofisticada y constante vigilancia tras su liberación.
Beijing justifica estas acciones citando el largo historial de terrorismo yihadista en esta región en el oeste de China y la necesidad de asimilar a este grupo a la población, por lo que los uigures son forzados a trabajar, a asistir a clases de chino y a talleres de adoctrinamiento.
Aunque es difícil de conocer los números con precisión, organismos internacionales de Derechos Humanos estiman que más de un millón de uigures han pasado por estos centros, donde son separados de sus familias y sometidos a un procedimiento forzoso de asimilación.
Este brutal tratamiento de los uigures ha aumentado las fricciones entre China y Estados Unidos, las dos potencias inmersas en una guerra comercial de 2018 y cuya rivalidad geopolítica a nivel planetario va en aumento.
Así, la Casa Blanca ha intentado aumentar las presiones sobre Beijing pero no ha todavía impuesto sanciones a los funcionarios del gobierno responsables del programa de reeducación en Xinjiang, presuntamente para preservar las negociaciones comerciales entre ambos países, aunque sí lo ha hecho con algunas empresas.
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