Panamá – La relación entre Panamá y Nicaragua enfrenta una nueva tensión luego de que el presidente panameño, José Raúl Mulino, protestara formalmente contra Managua por permitir que el exmandatario Ricardo Martinelli, asilado en la Embajada de Nicaragua en Panamá, realice actividades político-partidistas consideradas contrarias al derecho internacional.
Martinelli, quien ingresó a la sede diplomática nicaragüense el 7 de febrero tras ser condenado a casi 11 años de prisión por blanqueo de capitales en el caso New Business, ha generado polémica al emitir opiniones políticas desde la Embajada. Sus intervenciones, calificadas por el Gobierno panameño como una promoción del caos y una violación de las normas de asilo, han incluido críticas a proyectos de ley del oficialismo y otras cuestiones de la agenda nacional.
La Cancillería de Panamá presentó una queja formal a la diplomática nicaragüense, Consuelo Sandoval Meza, exigiendo que la Embajada cumpla con los convenios internacionales de asilo, los cuales prohíben a las personas asiladas realizar actividades políticas.
El presidente Mulino elevó el tono de las críticas, advirtiendo que no permitirá que ninguna embajada se transforme en un centro de actividad político-partidista. Señaló que Nicaragua debe respetar las normas internacionales y dejó claro que, de no cumplir con las disposiciones, Panamá tomará medidas adicionales.
Además, Mulino criticó al régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, acusándolos de ignorar las leyes internacionales e internas. Según el mandatario, Nicaragua no actúa como un país respetuoso del derecho internacional, lo que complica las relaciones diplomáticas.
El Gobierno de Panamá ya había llamado a consultas a su embajadora en Nicaragua en abril, denunciando reiteradas violaciones al derecho internacional por parte de Managua. La situación actual refuerza las tensiones y pone en evidencia las diferencias entre ambas naciones sobre el manejo de las normas diplomáticas.
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