Jamal Warraqi fue uno de los primeros socorristas en llegar al kibutz Be’eri después de que terroristas armados de Hamas arrasaran la comunidad en el sur de Israel el 7 de octubre, y la visión de familias y niños masacrados sigue grabada en su memoria.
Más de un mes después, este socorrista voluntario sigue visiblemente conmocionado cuando recuerda su llegada a Be’eri en ambulancia y los cadáveres que yacían en las calles por el camino.
A diferencia de la mayoría de los socorristas que acudieron aquel día, Warraqi es árabe israelí y musulmán. Su experiencia del 7 de octubre le resultó profundamente angustiosa, pero afirma que también reforzó su convicción de que los seres humanos deben “dejar de odiarse” y aprender a convivir.
Warraqi es voluntario de Zaka, un servicio no gubernamental de rescate y recuperación. Fundado en 1995, Zaka está formado en su mayoría por judíos ultrarreligiosos comprometidos a garantizar que la mayor parte posible del cuerpo humano de cada víctima sea enterrado de acuerdo con la ley judía. También cuenta con voluntarios cristianos, drusos y musulmanes.
“Vi familias, fueron masacradas, muchas familias”, dijo Warraqi a Reuters, de pie junto a su ambulancia.
“Vi a un padre y a una madre con tres hijos, estaban atados de manos arriba, manos atrás... mientras los ponían de rodillas uno frente al otro, y luego les disparaban en la cabeza”.
Be’eri fue una de las comunidades más afectadas por el asalto de Hamas del 7 de octubre, en el que, según las autoridades israelíes, murieron 1.200 personas, en su mayoría civiles abatidos a tiros en sus propias casas, en la calle o en un festival de baile. El ataque fue el más mortífero en los 75 años de historia de Israel.
Los residentes supervivientes fueron finalmente evacuados e Israel ha lanzado desde entonces un bombardeo devastador y una ofensiva terrestre contra Hamas en Gaza que ha matado a más de 11.500 personas.
Warraqi dijo que muchos musulmanes también murieron en el asalto, y recordó cómo atendió a dos mujeres árabes que llevaban hiyab, tiroteadas por los atacantes, y a tres conductores de autobús árabes de Jerusalén Este que recibieron un disparo en la cabeza.
“Eso significa que (Hamas) no lo hacen por el país o por la religión, sólo lo hacen por el odio”, afirmó.
Warraqi mantiene la esperanza de que judíos, árabes, cristianos y musulmanes puedan aprender a convivir en Israel, afirmando que “todos somos iguales”.
“Creo que Israel ha aprendido hoy cómo morir juntos. Ahora es el momento de aprender a vivir juntos ... Tenemos que ocuparnos de esto y tenemos que dejar el odio y empezar a vivir juntos”.

0 Comentarios